Extraido de El Mundo.
http://www.youtube.com/watch?v=pLrL1Yg20rA
Envié a un amigo un correo desde mi cuenta de Gmail,
el servicio de correo electrónico de Google. Le decía: "Te adjunto el
documento del que te hablo....". Pero se me olvidó incluir el 'pdf' en
cuestión. Al pulsar la tecla de enviar saltó este aviso desde Google: "¿Quieres adjuntar algún archivo? En el mensaje has escrito 'adjunto', pero no hay ningún archivo adjunto. ¿Quieres enviarlo de todos modos?".
Es una opción que ofrece el buscador en su servicio de correo para
los olvidadizos, pero al parecer no la tenía activada hasta ahora.
Tampoco recuerdo haberlo hecho.
Pero el hecho es que ¡Google puede leer los correos! En el caso del olvido de un adjunto puede ser incluso una buena idea. Pero si yo le escribo a mi amigo: "Estoy pensando cambiar de coche. El BMW Q7 me vendrá bien para recorrer la finca los fines de semana". Ponemos a disposición de Google que:
1. Tengo dinero.
2. Tengo mucho dinero.
3. Puedo gastarlo.
4. La marca y el modelo que me gustan.
A partir de ahí, los servidores de Google podrán derivar
hacia mi cuenta la publicidad que consideren oportuna, como información
de los concesionarios de BMW que tienen en oferta el Q7 o de otras
marcas con modelos similares al de la marca alemana.
Google dice que en sus sistemas nunca interviene la mano humana,
sino que relacionan automáticamente al proveedor del servicio o del
producto con el posible consumidor. Double Click, la compañía de
publicidad que compró en 2008, se encarga de ello. No hay violación de la privacidad porque esos datos nunca salen de la compañía. Es el peaje que hay que pagar por utilizar su servicio gratuito.
Todo esto no es una ilusión. El diario 'Financial Times' relataba el pasado 13 de junio el testimonio de Callai Nagle. Recién embarazada, y sin siquiera haberlo comunicado a sus más íntimos, empezó a recibir correos electrónicos de la tienda de juguetes de bebés Babys R Us, de la aseguradora Gerber Life o del instituto de cordones umbilicales Similac.
¿Cómo es posible? Sencillamente, porque como toda madre ilusionada con su primer hijo, Callai dedicaba tiempo a navegar desde su ordenador y desde su tableta
por páginas de salud en el embarazo o por tiendas online de ropa o
artículos para bebés. Y dejó rastro de todo ello -a través de las
famosas 'cookies', por ejemplo-. Con razón el FT tituló ese reportaje 'Los 'data brokers' recopilan datos de tu vida antes de que llegues a la cuna'.
¿Quienes son esos 'data brokers'? Son empresas que rastrean las páginas webs
que visitan las personas, las búsquedas que hacen, su actividad en las
redes sociales. Recolectan así un ingente volumen de información, que
una vez clasificada a través de sofisticados programas informáticos, se
vende a compañías, sobre todo de gran consumo, que los utilizan para
fines publicitarios.
Y esos datos tienen un precio. En Estados Unidos,
una lista de mil personas que están buscando casa vale 85 dólares y se
pagan 2,11 dólares por mil personas que han manifestado su deseo de
adquirir un coche.
Es una nueva forma de vender que
no tiene nada que ver con la que conocemos. Ya no hay que salir a
buscar a un cliente desconocido, sino que llega directamente al
proveedor y, en muchos casos, ya clasificado: lugar de residencia, edad,
capacidad adquisitiva, profesión, gustos...Todo 'consentido' por el hipotético comprador de un producto, pues él se ha ido encargando de sembrar la red con sus datos.
Y vale para todo tipo de negocio y para cualquier nivel de
información. ¿Es consciente, por ejemplo, una empresa periodística de
los datos que puede llegar a obtener de sus lectores con un simple
registro de los mismos o con la creación de una red social propia.
¿Cuánto vale para una empresa constructora que busca personal una información bien segmentada sobre los miles de ingenieros que hay ahora mismo en Linkedin?
¿O para un fabricante de cerveza, los muros de Facebook (con lugar,
edad, profesión...) en los que alguna vez se ha mencionado una marca
concreta? Recuerden a Dave, el adivino del vídeo.
Luego, nos escandalizamos de que nos espíen los gobiernos. Bueno, algunos gobiernos.
@vicentelozano